(soneto conceptista quasiclásico)
En nieves robas lo que en fuegos cedes;
Y así va siendo luz lo que fue sombra.
Cada incendio que inicias mi ser nombra
Y en cada escarcha el corazón agredes.
No sé si es inocencia o es coartada,
Si te mueve candor o picardía.
Mas no importa si quiebra cada día
Témpano duro nueva llamarada.
Como la estufa que el invierno llama
Y en lenguas hace arder la piel de un leño,
Así el madero de mi ser atizas.
Y mi alma ora derrite y ora inflama
La adustez programada de ese seño:
¡Lo que fue nieves arderá en cenizas!
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