He de notificaros que el que a sí mesmo se hace llamar Conde Cheve, ni es un Conde verdadero, ni posee ascendencia o heredad en el peculiar poblado de Las Cheves, que se sitúa, si mis cálculos no yerran, a unas veinte jornadas a caballo de un fundo manchego que he de conocer como a mis mesmas palmas.
De todo esto me ha informado el mesmísimo Duque de Osuna, mi antiguo protector y cauallero de incuestionable linaje. Para desentrañar un tal embuste el Duque ha solicitado, bajo mis oficios, los servicios de veinte genealogistas, dieciséis geógrafos, ocho escrivanos y cuatro censistas; todos los cuales coinciden en que el peculiar poblado de Cheve se localiza en el centro mesmo del Reyno de Oaxaca.
Allí, en lo fondo de unas cauernas, donde el agua hace sudar el podrido corazón de las rocas, y los murciélagos chupan la sangre del tronco de unos yagrumos, habitan cíclopes enanos que escupen una luz desde su único ojo frontal; la cual les sirve de encandilamiento y espanto a los turistas y a los curiosos que merodean el área.
Los tales enanos cheveños me han asegurado en una misiva que llegó hace poquísimos segundos – vomitada por la máquina que solo Trotaconventos entiende –, que al tal Conde Cheve sólo le vieron en una ocasión por los Reynos de Oaxaca, pidiendo protección, según parece, ante una fuerza que le era superior y enemiga. La protección le fue negada y el susodicho Conde se evaporó por las autopistas del día siguiente.
Así que como ha quedado probado, el falso Conde no posee ni jamás ha poseído heredades, ni condados, ni ducados, ni maravedíes ni qué Diantres!!!!! Y sí es un chufa confeso y de los peores.
a vuestros pies
Don Quépex
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