domingo, 24 de junio de 2007

Donde compara lo inexpugnable del muro que le erigen sus labios con la Gran Muralla China

Al aire aromas y al curioso espina
Deja caer de abril la artera rosa;
Mas no así mi Perséfone, se goza
en erigirme cruel Muralla China

De las praderas dulces que domina
Oh, viajero de planta procelosa,
No pretendas hurtar clavel o rosa
Que un alto y denso muro en él confina.

Mas vale que en lo bello del granate
Que a sus labios muy tímido se asoma
Os tengas por servido y por bien puesto

Enfrena el corazón que adentro late
Que mi Persefonía, no de broma,
Muestra sus labios y nos roba el resto.

6 comentarios:

Queen dijo...

intresante blog
me gusto

Carlos Mal dijo...

Sí debe haber estado traumatizante la resurrección, amigo Quevedo, el soneto es bonito, pero no glorioso, como los que le salían antaño. "Miré los muros..." , por ejemplo...

Francisco de Quevedo y Villegas dijo...

Ya sabía que andarías espiándome las obras antiguas, Roedorzuelo... ¿y cómo esperáis algo mejor en este siglo y respirando esta atmósfera, especialmente con tanta gente chufa alrededor...? Dígame,

Carlos Mal dijo...

El mal cirujano culpa a los instrumentos, no?

Francisco de Quevedo y Villegas dijo...

Vosotros los chufas cada vez que tratáis de ingeniar una agudeza parís una "cagada", como vos mesmos dezís. Según tu concepto he de asumir que vosotros sois los instrumentos de mi cirugía: qué insolencia!

Francisco de Quevedo y Villegas dijo...

Y qué dezís del otro que habéis leído arriba, Roedorzuelo; con vuestro olfato que no os he de negar, como no se lo negaría al mesmo Góngora, podéis percibir cómo me supero en pocas horas...