martes, 26 de junio de 2007

Contra los que a sí mesmos se dizen chufas

Epístola escrita por el Cavallero Don Francisco de Quevedo y Villegas, señor del Limbo y la Blogósfera, Apellidado de los Cuatro Vientos, Escritor Neoconceptista y Barroco, discípulo aventajado de Camus, Maestro en el finísimo arte de la Cuadernavía, en donde hace juicio de cómo los que a sí mesmos se dizen chufas son el nuevo veneno que el Mismísimo Belzebú nos ha enviado para pervertir las conciencias y los corazones de los lectores de hoy.

Excelentísimas Altezas de los Reynos Olvidados, señores en cuyas vastísimas posesiones El-Sol-Nunca-Se-Oculta, soveranos cuyas heredades se extienden desde los confines que habitan “los enanos árticos hasta las tierras de Mulhorand, y desde la Isla-Nación de los elfos hasta las tierras de los Magos Rojos en el Este Inaccesible...”: queridos Dungeons and Dragons,

De las bachillerías de una conversación y mientras vuestra divertidísima corte de Enanos, Elfos, Mitades, Drows y Duergars o “enanos grises” nos amenizaban con su gran arte de ingenio y agudezas, nació en Vuesas Mercedes el deseo de ver por escrito algunos discursos que allí improvisé, súbito, sobre la inquietud que en las mentes senzatas de hoy despierta la alarmante proliferación de los destalentos chufas por la Red. Como recordáis, seguramente, yo enfilé mi discursillo en esta guisa, alabando algunas veces sus fundamentos, otras disintiendo, y siempre admirándome de su ingenio sin igual, mientras Vuesa Merced os desgañitabais de las risas, a veces por mis bromas o las de los enanos, y otras reaccionabais airado al descubrir que tales cosas estaban pasando tan cerca y tan lejos, mientras Los Reynos Olvidados permanecían ajenos a todo y haciéndole tan grande honor a su nombre.
En aquella ocasión os ilustré sobre cómo desde los tiempos más antiguos la Humanidad ha tenido que batallar contra esos que havemos de denominar Heterodoxos. Cristo [...]
Christo, Nuestro Siñor, en carne propia sufrió los tormentos que los judíos impíus le propinaron; y tuvo que cargar la dura cruz hasta la cima del Monte Caramelo, mientras el personaje de Mel Gibson le desjarraba varios galones de pintura contra el rostro. Santo Tomás, el de Auino, en el siglo XVI escribió su célebre Proclama Contra los Gentiles, que no eran otros que los gongorenzuelos de esa época o sus segundos precursores, sólo adelantados por los del país de Abraham en tal infausta genealogía. En el siglo XIX, los que a sí mesmos se llamaban Priscilianistas, en el Concilio de las Bragas, decidieron instituir el baile como una parte de la liturgia, pero no un género de baile conceptuoso y decente como el que aquí practicáis junto a vuestros Elfos y Enanos, mientras de todo esto discurrimos; sino un baile vulgar y chufa ( nótese que hago uso de la palabreja en su verdadera acepción, la que el mesmísimo Arcipestre habría condonado, y no en su sentido caliche y culterano) , un baile lascivo de nalgas mofletudas asomándose por entre los cortos hábitos, y lanzándoos señas y muecas tan obscenas que ni siquiera podrías veréis tal en un show de Ripley o en el Countdown de las Top Ten más nalgonzudas. Tres centurias más tarde, las herejías de Abderraman, de Hostégesis y de Miguel de Servet se confabularon para proclamar que Simónides era el Nuevo Mesías; y ha muchas inocentes y puras almas habrían despeñado de cabeza en los Infierno con aquel engaño, si San Martín de Scorsese no habiere acudido en su socorro y desenmascarado a los impíus gongoronzuelos. En Mi Siglo, el Sinior Arcipestre de Hita también descargó toda la fuerza del hacha de su furor sobre las cabezas de los culteranistas, y los traía muy bien agarrados por las sus barvas y los sus calzones hasta que finalmente lograba exorcizarles los demonios en el suelo… [...]

Todo lo que os he dicho ha quedado muy bien documentado y provado en las Páginas de la Historia de los Heterodoxos Españoles que mi compatriota y com-pinche (perdonad la chufada) Marcelino Meléndez y Pidal publicó hace ya varias centurias. De lo que se sigue que el Mal-Es-Siempre-El-Mismo, pero egualmente que los buenos somos pocos, pero valiosos.

En los presentes días, luego de aterrizar en este mundo, todavía algo atontado, al principio, y como desorientado debido, a no dudar, a lo largo de mi viaje, he finalmente descubierto el sentido de la misión que el Mas Alto ha descargado sobre mis hombros. Han comenzado a abundar y a propagarse en todos los sitios de la red, y con mucha más intensidad en las últimas tres décadas, esos que a sí mesmos se dizen chufas. En un inicio, mientras repasaba uno tras otro los escritos de Pachecox, su líder, me incliné a simpatizar con el muy Tunante y Roedorzuelo – tal poder tienen los encantos ocultos y patrañas del Maligno – y debo admitiros que lo mesmo me havía sucedido la primera vez que recité en voz alta aquellos versos de Góngora: “Con ansia extrema de mirar que tiene / vuestro pecho escondido allá en su centro”, etc…; pero a medida que mi mente se clareaba, pude ver con absoluta nitidez tras esas páginas al mesmesemo Judío renegado, con su gran nariz de proa de galera y sus viejos e irredimibles vicios que lo arrastraban siempre hacia las faldas podridas y los garitos.

Por ello estimo que el más grande favor que cualquiera pudiere hacer a este siglo que todos habitamos muy felices es extirpar ese mal desde su raíz. Arrojarles un coctel molotov que explote como una lluvia de confetis sobre un helado de vainilla … [...] fustigarlos con el muy conceptuoso fuste en los ijares, aporrearlos con un duro garrote toledano, sacudirlos con el bastón del ciego mudo que contonea sus caderas, chacoteando, mientras se aleja de las cámaras; lancearlos con la alabarda del Cavallero de la Media Luna; esterilizarlos con Jumex; electrocutarlos con una nueva corriente neonazi y elíptica; vaciarles las vejigas, estrujadas como cartón, entre las poderosas manos del Huracán Ramírez; acribillarles las plantas de los pies con alfileres … [...] [continuar mas tardeeeeeee] rrrrr rrrrr rrr rr ssssssssss

1 comentario:

Carlos Mal dijo...

No entendí nada! Anacoluto a mí!!!!

Como llamas a mí.